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El Principio Alejandrino es un principio científico creado en el año 2004 por un físico llamado Alejandro Gerardo Michael López Del Castillo Jimenez Fernández-Amela, de morcilla con magdalenas y cerveza. En clase de matemáticas de 1º de EGB hizo su primer boceto algebraico de su obra, el cual era este:
En base a esto se puso a pensar y a pensar y a pensar y a pensar... ¿he dicho ya a pensar? hasta que al cumplir los 984736259876 años pudo enunciarlo. Actualmente, por este descubrimiento, recibe como pago unos 6.725.412 al año. No, euros no. Palos.
ADVERTENCIA: Antes de leer, ponte una almohada por si te duermes, pero ante todo hazte un seguro de vida contra la enajenación mental, pues esto que vas a leer es el resultado de mucho pensamiento y la lectura de este texto ha cobrado sus víctimas.
La yuxtaposición abstracta, utópica y metafísica de la inmensidad del océano Pacífico es infradecimal a la belleza de un huevo frito, inversamente calculado con la decisión de la libertad de Europa, teniendo en cuenta el error aristotélico fraccionario de un sándwich de carne y jamón, proporcional al cálculo inverso de un mendigo yonki que pide dos euros para un cartón de vino, cuya borrachera es infracalculada algebraicamente con la ecuación de las alas de un conejo verde, a saber la teoría de la teorización que estudia la macrocomposición de la sustancia sustanciosa de las matemáticas de los campos cuánticos de Neutrino, conociendo de antemano la relación microcalifragilística entre el número de gominolas que lleva en el bolsillo derecho el quiosquero de la esquina y los primeros 12754 dígitos del número PI, siendo alta la tangibilidad de la raíz cúbica de la hipotenusa algebráica de cuantos litros de Cocacola pueda abarcar un miligramo cúbico de natillas deshuesadas, si añadimos la sustracción sumada de la resta de una división multiplicada de carbono despedido por un cubito de hielo en llamas y la multiplicación dividida de un ruibargo pisciforme, lo cual está totalmente diferenciado de un filete de lechuga, cuyo número de bacilos estandarizados coincide con la cantidad de segundos luz que hay entre una hoja de olivo arbequino y un fragmento de pedrusconio desoxirribonucléico, recordando el índice de humedad y la cantidad de gotas de agua del lago Titicaca, cuyo algoritmo neperiano es proporcional a la inecuación inversa e inexacta de la existencialidad del nivel subatómico de un bocata de chorizo si le sumamos el exponente de un pepinillo polarizado y antiimantado y la cantidad de tonos de rojo que hay que utilizar para obtener el color azul césped y autocalibrar un espectrómetro de antimateria con los suficientes grados Kelvin de fusión fría para pelar cacahuetes, fijando claramente la coyuntura rimbombante de los langostinos gregorianos en un barreño de salsa de tortuga a nivel celular, con los ohmios ajustados al arbusto raquítico de una loncha de ladrillo asado, empleando para esto la raíz cúbica y piramidal del algoritmo neperiano del teorema chapiforme de un abeto polinizado cuyas ramas tienen una composición similar a la de un pingüino lechugófago cruzado con una ballena ovípara y un elefante rosa nadador del himalaya, poniendo cuidado en las consecuencias variables que pueden desencadenarse si el ADN y el ARN de un gallino que vende chopped en Pakistán es residuado trifasicocuánticamente con un wombat en celo, decretando estrambóticamente una lengua trabada y un batido de pan con ajo, transgenizando un tomate limonero mientras que en el procesamiento del proceso procesado el sujeto se come una cebolla con aguardiente, ensancheciendo el ambiente de un guisante congelado con alcachofas fritas y almidón, equilibrando el nivel químico del cemento de un palillo de dientes, los engranajes de un clavo, los labios de un pollo tomatero y las pestañas de una ameba borracha, sabiendo que las ramas de una conífera ecuatorial marcan tendencias a cantar como los bitels mientras que un borrego frecuenta una tienda de pipas de melón, fraccionando los miligramos de un kilómetro dodecaedral de helado y la raíz cuadrada de un cuarto de la mitad de medio cuarto de un tarro de espárragos, resaltando la importancia de la connotación denotativa de la semejanza balanceante de la cantidad de papel que puede ser extraído de una alcachofa prensada y la parábola congelada de la aleación yacimientística de la metalurgia desoxirribonuleica y hertziano cuántica, dividiendo luego el resultado redondeado por los segundos luz cuadrados pisciformes para despejar la incógnita del ruibargo, resolviendo luego los decimales con la raíz esférica y la sumación añadida a los litros de sustancia sustanciosa esnifada por la madre del cuñado del yonki del metro un martes por la noche, encarabincunquintando el exponente negativo de los estreptococos cucaracheros de media patata rancia con mayonesa secreta del cuarenta y siete y tres cuartos si el frinkaedro está cóncavo en dirección al guacamayo convexo argentino después de cristo y la gravitación nocturna tiene forma de plátano pelirrojo en los bordes de la pizarra, ecuacionando la aleatorización del código criptográfico ibérico a un nivel esnifado en lo que debe de ser si la luz no es naranja, salvo si las estadísticas presbiterianas son impares y vegetativas para lo que deben ser dobladas coherenciando la reverencia inestable del próximo enunciante del Principio Alejandrino, que dice que la yuxtaposición abstracta, utópica y metafísica... (vuelve a empezar).
Y se repite hasta la muerte del enunciante.
Por si no entiendes nada, aquí viene claramente explicado. El resultado está rodeado con un cuadrado.
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